Detección de Listeria en Superficies

La listeria monocytogenes es una bacteria que se encuentra en el intestino de los animales y se excreta en la materia fecal, así como en frutas y verduras que han crecido en suelos contaminados o han sido fertilizadas con estiércol de animales infectados. Se transmiten a la industria alimentaria principalmente a través de las plantas de procesado, por medio de los zapatos y la ropa contaminada de los trabajadores o de las superficies de los medios de transporte. De allí pueden llegar al producto final a través de los manipuladores, las superficies, los equipos y útiles de contacto o el propio ambiente.

Pero su peligrosidad no sólo radica en los múltiples agentes contaminantes, o la gravedad de las complicaciones que puede provocar, sino en su persistencia, que dificulta su eliminación.

La bacteria de la listeria resiste a altas concentraciones de sal y a la acidez (requiriendo sólo 4 unidades de pH), además de poder proliferar incluso a temperaturas de refrigeración (-1,ºC), a diferencia de otras como la salmonella, que necesita como mínimo unos 5ºC para proliferar, o la E. coli, que requiere unos 7ºC. Por otro lado, puede crecer en ambientes con poca o ninguna presencia de oxígeno (aerobios, microaerofílicos y anaeróbicos -al vacío-) y fabrican biofilms, estructuras de protección incrustadas en las superficies que son difíciles de eliminar.

Uno de los medios en los que es más frecuente encontrar esta bacteria es en las superficies, antes mencionadas. Por eso, para una adecuada prevención y detección, es muy importante realizar un análisis de listeria en superficies.

En Laboratorio Gedysa ponemos a tu disposición un amplio servicio de análisis de listeria, asi como control de superficies. Además te ayudamos a aplicar las directrices de toma de muestras de Listeria en superficies. En Laboratorio Gedysa podemos ofrecerle el servicio concreto o acompañarle en todo el proceso, desde el diseño de un plan APPCC hasta las auditorías de comprobación.

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¿Cuándo es el mejor momento para recoger aceituna?

¿Cuándo es el mejor momento para recoger aceituna?

Con el inicio del otoño, los olivareros comienzan a plantear la recogida de su cosecha aceituna. Tradicionalmente, este momento ha estado marcado por criterios culturales o por las costumbres de la zona: después de las siembras de los cereales, después del puente de Los Santos, cuando llegaran los fríos, después de Navidad… variando mucho el momento de la cosecha aceite.

Sin embargo, la evolución del sector oleícola está premiando la calidad aceite, buscando obtener el mejor rendimiento aceituna, valorando nuevos aspectos como los aceites «Frescos » y buscando eliminar la vecería. Aspectos que, unidos a la creciente mecanización, están cambiando la «forma de hacer» olivarera. En definitiva, el agricultor se está profesionalizando y adaptando a una agricultura cada vez más exigente, eficiente y competitiva y esto pasa por el conocimiento del cultivo y de todas sus etapas.

Saber detectar cuándo la aceituna está en su momento idóneo para ser cosechada, es algo muy importante, pues el rendimiento aceite y la calidad de aceite dependerá de ello, y con esto el beneficio económico de la campaña.

Sabemos que la formación de aceite en la aceituna comienza desde la formación del fruto, pero es desde el endurecimiento del hueso hasta mediados de noviembre aproximadamente, cuando ocurre la síntesis acelerada de ácidos grasos. A partir de entonces se ralentiza este proceso y la aceituna comienza a perder humedad y a cambiar las características organolépticas y de composición de su aceite (acidez, color, picor etc). Es aquí cuando se estabiliza el crecimiento de grasa en la aceituna, y cuando se recomienda empezar a recoger aceituna. (ver figura adjunta)


Figura 1. Evolución del contenido de aceite expresado en porcentaje sobre el total conseguido al final de campaña. Fuente: instituto de investigación y formación agraria y pesquera de la Junta de Andalucía.

Conocer cuándo ocurre esa ralentización es CLAVE para determinar el MOMENTO ÓPTIMO DE LA RECOLECCIÓN pues si comenzamos cerca de ese momento aseguramos:
– Obtener una cosecha de alta calidad.
– La recuperación del árbol para la campaña siguiente.
– Una planificación óptima de la recolección en función de las variedades y estado fenológico.
– Evitar o disminuir daños por heladas u otras inclemencias del tiempo, patógenos u otros factores.

Para saber con precisión cuándo se llega al momento óptimo de recolección, es necesario realizar varios análisis de rendimiento graso de aceituna desde el inicio de octubre. Así sabremos con mayor exactitud cuando comienza a estabilizarse el aumento de grasa en la aceituna.

En Laboratorio Gedysa ponemos a tu disposición un servicio de análisis de aceituna con el que podrás obtener, de forma rápida y eficaz, todos los índices imprescindibles (acidez, humedad, rto graso etc) que te ayudarán a decidir cuándo empezar a recoger aceituna.

Contacta con nosotros para saber más.

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Análisis Foliar de Olivo

Análisis Foliar de Olivo

El análisis foliar de olivo es una herramienta muy útil para conocer el estado nutricional de la planta. Nos ayuda a determinar cómo se encuentran los distintos nutrientes, detectar posibles problemas y corregirlos con un plan de fertilización adecuado.

Dependiendo del cultivo, la toma de muestras se realiza en un momento determinado y de una parte específica de la planta.

El mes de julio es la época de la recogida de hojas para análisis foliar de olivo, momento en el cual los valores de los distintos nutrientes son bastante estables y están bien estudiados y referenciados.

Esta labor se debería realizar, al menos, una vez cada año para así conocer la evolución en el tiempo de los nutrientes así como para ir comprobando el efecto de los planes de abonado, del clima, de la cantidad de cosecha etc.

Para un correcto análisis de hoja de olivo, la muestra analizada debe ser representativa de la parcela, siendo recomendable tomar tantas muestras como zonas homogéneas tenga la finca (según edad, variedad, riego etc). Se tomarán hojas de olivo de forma aleatoria en el árbol, de las cuatro orientaciones (N, S, E, O) y a una altura media de la copa. Se recorrerá la parcela a modo de zig-zag, evitando las líneas de la periferia. Es recomendable marcar los árboles muestreados para repetir en ellos los posteriores análisis de hoja de olivo.

Las hojas deben ser del brote del año (crecimiento vegetativo posterior a la cosecha), completamente desarrolladas y desplegadas, sin síntomas ni daños de patógenos e incluyendo hoja y peciolo. La recogida de hoja deberá de realizarse a primera hora de la mañana, guardándola en un sobre de papel y manteniéndola en refrigeración hasta su entrega en el laboratorio. Es necesario un total de 150-200 hojas por muestra.

Acompañando a la muestra deberá venir toda la información correspondiente a la misma: Nombre de la finca, nombre de la parcela, variedad, fecha de recogida, responsable de la muestra etc, es decir, todos aquellos datos que la identifiquen de forma inequívoca.

Una vez realizado el análisis foliar, el agricultor recibirá un informe en que se detallará:
Valores de los macronutrientes (N, P, K, Ca Mg) y micronutrientes (Fe, Mn, Cu, B, Zn, Mo) de su muestra, el rango de valores adecuados para cada uno, así como una serie de relaciones entre macronutrientes que tienen un valor de interés para la interpretación.

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La E.coli: ¿qué es y en qué alimentos puede encontrarse?

La E.coli: ¿qué es y en qué alimentos puede encontrarse?

Ciertos alimentos, como los germinados de semillas, son especialmente sensibles a esta bacteria. Aunque no es muy común, bajar la guardia con la higiene de ciertos alimentos en verano es una mala idea

Es en verano la época más propicia para la Escherichia coli (E. coli), pues esta bacteria vive su particular agosto gracias a ciertos cambios en nuestra dieta donde empieza a abundar más la ingesta de alimentos crudos. No en vano, conviene recordar que únicamente un cocinado a una temperatura de 65ºC es capaz de acabar con ella. No es raro que durante estas fechas alguien tenga algún encuentro desagradable con la E. coli dado que es la causante de la conocida como diarrea del viajero. Por ello, conviene conocerla un poco más para prevenirla.

“La E. coli en alimentos no es común, ya que los focos de infección, como las aguas de riego o los fertilizantes, están cada vez más controlados, pero no es imposible”, explican en la empresa de seguridad alimentaria Saia. No obstante, el riesgo, aunque sea mínimo, existe. Especialmente dentro de un perfil de alimentos que enseguida desvelaremos. Pero antes vamos a conocer más a este minúsculo inquilino de los intestinos.

Así, debemos saber que, tal y como aseguran desde la web de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU, la mayoría de los tipos de E. coli son inofensivos y forman parte de un tracto intestinal sano. De hecho, suele localizarse en los intestinos tanto de las personas como de los animales. También es posible hallarla en el medioambiente y, como apuntábamos al inicio del artículo, en los alimentos.

“Sin embargo algunas de ellas, como E. coli productora de toxina Shiga, pueden causar graves enfermedades a través de los alimentos. La bacteria se transmite al hombre principalmente por el consumo de alimentos contaminados, como productos de carne picada cruda o poco cocida, leche cruda y hortalizas y semillas germinadas crudas contaminadas”, indican al respecto en el portal de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero ¿cómo han podido contaminarse esta comida? Pues debido a la presencia de restos de heces que presentan la bacteria que puede haber llegado hasta ellos ya sea a través del agua de riego, de posibles fertilizantes o incluso por el aire.

Conviene recodar que la OMS ha llegado a advertir que la característica humedad de estos brotes de legumbres o cereales constituyen el caldo de cultivo perfecto para bacterias potencialmente peligrosas. En estos casos, podemos optar por cocerlos levemente. Además, ciertas personas son más susceptibles a la E.coli. En concreto, podemos hablar de los siguientes perfiles:
– Los niños menores de 5 años.
– Mayores de 65 años.
– Las embarazadas o aquellas personas con un sistema inmunitario deprimido.
– Las personas que viajan a ciertos países.

“La mayoría de los pacientes se recuperan en el término de diez días, pero en un pequeño porcentaje de los casos (especialmente niños pequeños y ancianos) la infección puede conducir a una enfermedad potencialmente mortal, como el síndrome hemolítico urémico (SHU). El SHU se caracteriza por una insuficiencia renal aguda, anemia hemolítica y trombocitopenia (deficencia de plaquetas)”, detallan en la OMS.

Dicho todo esto, es posible que os interese saber qué alimentos debemos vigilar e incluso desterrar de nuestra dieta para evitar males mayores. En este sentido, podemos citar los siguientes:
– La carne de vacuno cruda y sus derivados, siempre que se cocinen poco, como la carne picada o las hamburguesas.
– La leche cruda y los productos lácteos elaborados a partir de ella.
– Zumos sin pasteurizar.
– Las frutas y verduras consumidas en crudo sin lavar.
– Los moluscos bivalvos, como mejillones y almejas, consumidos en crudo suponen un riesgo. Sobre todo si no han sido depurados correctamente y no cuentan, por tanto, con las debidas garantías sanitarias.

¿Qué podemos hacer para evitar el contagio?
También existen una serie de pautas de seguridad alimentaria que conviene incorporar a nuestra rutina culinaria. Son muy sencillas de seguir y, sobre todo, cruciales para evitar problemas de intoxicación:

– Limpiar muy bien las hortalizas y las frutas con abundante agua. El chorro de agua del grifo es excelente para este menester. Si vamos a consumirlas crudas, conviene esmerarse un poco más. También existen cepillos específicos para frotar la piel que nos pueden ayudar en esta tarea. Si es posible, podemos optar por pelarlas.
– Procurar una óptima limpieza de los utensilios, menaje, trapos, las superficies de la cocina, así como los electrodomésticos.
– Podemos optar por usar tablas de cortar diferentes en función de los tipos de alimento que manipulemos. De hecho, existen tablas de color verde para las hortalizas y frutas, tabla roja para carnes rojas, tabla amarilla para carnes blancas, tabla marrón para carnes cocinadas, fiambres y embutidos, tabla azul para usar con pescados y mariscos, y finalmente una tabla blanca para pastas, quesos, pan y bollería.

Para muchos puede resultar un tanto abrumador tal despliegue de tablas. En este caso, quizás sea más que suficiente contar con una específica para verduras y otra para carnes.

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LA TEXTURA DEL SUELO EN EL OLIVAR

LA TEXTURA DEL SUELO EN EL OLIVAR

La textura del suelo es una característica física que afecta al desarrollo radical del olivo.

El olivo prefiere los suelos de texturas moderadamente finas (francas, franco limosas, franco arcillosas y franco arcillo limosas). Estas texturas suministran, normalmente, una aireación adecuada para el crecimiento de las raíces, son suficientemente permeables, y tienen una alta capacidad de retención de agua. Esta última característica es esencial en las condiciones de secano en que vive la mayoría del olivar.

Los suelos de texturas más arenosas no retienen el agua suficiente para el cultivo de secano; en cambio, pueden ser excelentes para el olivar de regadío, especialmente si se fertilizan de acuerdo con su escasa capacidad de retención de nutrientes.

Los suelos de texturas más arcillosas presentan una aireación inadecuada para las raíces y son de difícil manejo.

En Laboratorio Geditec determinamos la textura suelo analizando el porcentaje de arena, limo y arcilla de la muestra. Estos datos se trasladan a un diagrama triangular que representa los valores de las tres fracciones de suelo (arena, limo y arcilla) y que determina la clasificación textural del suelo (Clasificación USDA).

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CULTIVO DEL OLIVO. LIMITACIONES QUÍMICAS DEL SUELO.

CULTIVO DEL OLIVO. LIMITACIONES QUÍMICAS DEL SUELO.

Las características químicas del analisis suelo que deben ser investigadas en laboratorio son el pH, la salinidad, el exceso de sodio y la posible toxicidad por boro y cloruros.

pH del suelo

El árbol crece bien en los suelos que van de moderadamente ácidos (pH mayor de 5.5) a moderadamente básicos (pH menor a 8,5). Los suelos más ácidos son desaconsejables porque generan problemas de toxicidad por aluminio y manganeso; los suelos con pH mayor de 8,5 (suelos sódicos), también deben ser descartados, dada su pobre estructura, que impide la penetración del agua y obstaculiza el drenaje.

En la geografía olivarera, el pH suelo menor de 5,5 son muy escasos, por lo que la acidez del suelo constituye un problema menor. Los suelos fuertemente alcalinos son, asimismo, escasos, aunque su presencia puede ir en aumento en aquellas áreas de regadío donde se usan aguas de riego de alta sodicidad. Muchos suelos tienen un pH suelo comprendido entre 7,5 y 8,4 y un alto contenido en carbonato cálcico; el comportamiento del olivo en estos suelos calcáreos suele ser bueno, salvo en suelos muy calcáreos y para variedades sensibles a la clorosis férrica.

Salinidad

La salinidad en el control de suelo mide la concentración de todas las sales solubles presentes en la solución del suelo. La salinidad se expresa mediante la conductividad eléctrica del extracto saturado del suelo (CEes). Cuando la salinidad del suelo es alta, se reduce la disponibilidad del agua del suelo para raíces. Un suelo es salino si tiene una CEes mayor de 4 dS/m.

El olivo resiste mejor la salinidad que otro tipo de árboles frutales.

El exceso en sales solubles de un suelo puede ser inherente al propio suelo o provenir del uso de agua de riego salinas. Puesto que la mayoría de las sales son muy móviles su distribución en el suelo está afectada por las características del perfil, las lluvias y el manejo del riego, entre otros factores. Cuando se sospeche un problema de salinidad, la alta variabilidad espacial de ésta, hace aconsejable muestrear los suelos cuidadosamente y, en todo caso, hasta la profundidad alcanzada por las raíces.

Exceso de Sodio

Los suelos sódicos (o alcalinos) contienen una cantidad excesiva de sodio en proporción al calcio y al magnesio. Estos suelos plantean un doble problema:
– 1) sus partículas más finas se dispersan fácilmente, obturando los poros y haciendo que la permeabilidad y la aireación sean malas.
– 2) ejercen un efecto tóxico sobre las plantas, derivado de la alta proporción de sodio en la solución del suelo.

En el analisis suelo a sodicidad de un suelo se expresa mediante el porcentaje de sodio intercambiable (PSI). Por definición un suelo se considera sódico cuando el PSI supera el valor de 15.

Toxicidad por boro y cloruros

Aun con salinidades bajas, el desarrollo normal del olivo puede verse afectado por un exceso de cualquiera de estos elementos en la solución del suelo. Tales excesos pueden ser inherentes al suelo o deberse al uso de agua de riego con contenidos altos en boro o cloruros, por lo que se hace aconsejable un muestreo del agua de riego.
El olivo es menos sensible al exceso de boro y de cloro que la mayoría de los árboles frutales.

En Laboratorio Geditec damos respuesta a todos estos parametros de analisis de suelo, ofreciendo un servicio completo y totalmente personalizado y adaptado a las necesidades de cada cliente.

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